sábado, 26 de enero de 2013

El Hospital


La ambulancia, con las luces y sirenas encendidas, se habría paso por la ciudad. En ella viajaban Carmelo y Sonia, su esposa. Ya había oscurecido. El hueso asomaba por la herida que Carmelo tenía en la pierna ¡Fractura expuesta! Estaban veraneando. Sus dos hijos habían quedado en el campamento, a cargo de una
familia conocida que iba en la misma excursión.

- ¡Viste! ¡Te dije que no te hicieras el futbolista! - le reprochaba Sonia - ¡A tu edad!
- ¿Aparte de lo que me duele la pierna te tengo que aguantar? ¡Por favor mujer!

La ambulancia llegó a un hospital. En una camilla lo transportaron a la sala de emergencias. Tras la operación lo llevaron a una habitación, allí Sonia se despidió:

- Me tengo que ir. Los pobrecitos deben estar preocupados por vos ¿¡No pensaste en tus hijos!? - le reprochó.
- Si supiera que me iban a quebrar no jugaba ,¿crees que me gusta estar así? - Sonia dio un portazo al salir.

Al quedar solo recién comprendió su situación: Estaba muy lejos de su hogar, en una ciudad que no conocía, y en un hospital viejo y lúgubre.
Durante la madrugada, dos enfermeros entraron a la habitación. Uno de ellos empapó un paño en cloroformo.

- ¿Qué van a hacer? - les preguntó - Yo entré por una fractura. ¿Para qué es eso…?

El enfermero le puso el paño en la cara y lo presionó contra la almohada; se durmió. Después entró en un mundo de oscuridad y sonidos lejanos, casi imperceptibles.

Cuando comenzó a oír mejor, pudo abrir los ojos, y entre penumbras e imágenes borrosas, vio a unas criaturas vestidas con túnicas blancas, que como animales devoraban una pierna humana; su pierna. Se desmayó de terror tras lanzar un alarido, las criaturas se volvieron hacia él. Cuando despertó nuevamente estaba de día, a su alrededor estaba su esposa y sus hijos, todos llorando.

- Me dijeron que se complicó durante la noche - dijo Sonia entre sollozos. Carmelo intentó tocar su pierna; se la habían amputado hasta la cadera.

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